domingo, 5 de septiembre de 2010

De necesidades educativas especiales, valores y resilencia…




El tema que nos ocupa en esta ocasión tiene que ver con el hecho de que muchos niños con necesidades educativas especiales, no importa cual haya sido su historia, si tiene en su mente de manera clara y definida lo que quiere para sí mismo en la vida, podrá alcanzar aquello que le es un anhelo, quizá un sueño que haya guardado en su corazón por mucho tiempo. Esta motivación tan íntima, si es acompañada por el apoyo que le pueda brindar un adulto comprometido, llámese padre o madre de familia, docente u otra persona, redundará en logros insospechados.

En no contadas ocasiones podremos conocer la historia de alguna persona que ha sabido sortear los obstáculos que en su camino han aparecido, pero, que de una manera inteligente y creativa han sido transformados en escalones que llevan a un crecimiento espiritual que se traduce en éxitos no imposibles de alcanzar.

Nuestra charla pretende ser motivo de reflexión para nosotros que en muchas ocasiones, no solo ahora, sino también en nuestro pasado, al llegar a una etapa y encontrar un pequeño escaño en el camino, nos detenemos tentados a no seguir, sin mirar más allá de aquello que nos impide avanzar y alcanzar nuestra preciada meta.

Antes de adentrarnos en los misterios motivacionales de la mente humana que rigen nuestro paso exitoso o no por la vida, iniciaremos nuestro recorrido haciendo un breve repaso por el estudio de varios tópicos importantes a tener en cuenta para entender y realizar una mejor aproximación a los motivos que llevan a una persona a alcanzar metas extraordinarias a pesar de la adversidad.

En el mes de diciembre del año 1999, Su Santidad, Juan Pablo Segundo nos decía en su discurso de apertura a los participantes en el Congreso sobre la familia y la integración del minusválido en la infancia y en la adolescencia, que “…a la luz del Señor Jesús es más fácil la reflexión sobre la condición de los niños. Cuando las dificultades, los problemas o las enfermedades afectan a la infancia, los valores de la fe pueden ayudar a los valores humanos para hacer que se reconozca y respete también a los minusválidos su dignidad personal originaria”.

Según lo disertado por el Santo Padre, es desde el mismo seno familiar donde se construyen las bases de la personalidad que posteriormente serán el andamiaje sobre el cual se eleva la psique que conforma la personalidad del ser humano.

Otra importante afirmación hecha dentro del marco de este discurso es que se valora la asistencia y el apoyo que los familiares más cercanos y las personas con carácter competente y amigos íntimos puedan brindar en esos momentos difíciles para cualquier núcleo familiar, Wojtila los califica como los buenos samaritanos.

El Consejo para la integración de la familia (2000) nos recuerda que el crecer en un ambiente que permita lazos afectivos que refuercen sentimientos de seguridad y cariño no sólo en el mismo hogar, sino dentro del entorno más próximo al individuo, hacen que el niño con dificultades pueda aprender “que la vida siempre merece ser vivida”. A estas familias que conciben o adoptan en su seno niños con capacidades diferentes, se les sitúa como respuesta o signo de la civilización ante una sociedad cada vez más hedonista que mira en las personas con discapacidad un grupo que no tiene derecho ni tan siquiera a la dignidad de la vida que Dios nos ha regalado sin distingos de ningún tipo.

Juan Ramón Aguirre en un artículo aparecido en la edición número 154 de la Revista Minusval afirma que cuando se da una relación armoniosa de apego entre el individuo y su madre, -incluso antes del nacimiento-, el niño es capaz de construir la base de lo que serán las emociones ante su entorno de una manera muy positiva. Este autor hace referencia a un término un poco desconocido que señala un ajuste ante la adversidad. Nos dice que “la resiliencia es una respuesta ante determinadas situaciones, una reacción dinámica y no algo estable, es la capacidad de movilizar determinados mecanismos para proyectarse positivamente en el futuro”.

La resiliencia es pues ese “ajuste saludable ante la adversidad.”

Importantes de anotar son otros factores que también al confluir de manera armoniosa en la vida de una persona e inclusive de manera aislada, producen efectos formidables en el desarrollo de la psique humana que ha sido expuesta a un trauma, tenemos entonces que una persona, un lugar, un acontecimiento, o incluso una obra de arte se constituyen en referentes que pueden motivarnos a subir a un nivel superior.

Destacados científicos que han estudiado por años la estructura mental de personas que han crecido en ambientes sumamente adversos, afirman que para un niño en estas condiciones, basta con que solo exista una persona interesada en él, no necesariamente un profesional en un campo determinado, tan solo alguien que tenga sentimientos de empatía con él para producir cambios actitudinales insospechados.

El estudio del proceso de adaptación al entorno de niños que han pasado por infancias muy difíciles nos reafirma que la resiliencia existe, no es un mito, es algo palpable y observable, sujeto a la investigación; un proceso que permite a la persona sacar provecho de la adversidad y adquirir fortaleza y enriquecerse espiritualmente.

El camino aún es extenso, en nuestra labor educativa siempre tendremos en las manos niños con diferentes necesidades educativas especiales a las cuales se les ha de dar una respuesta asertiva y acorde a sus necesidades tanto actuales como futuras. Nuestra labor requiere por ende del mejor trabajo que podamos realizar para el bienestar de estos niños.

M.Ps. Alexander Rojas Gutiérrez

Educación Especial & Psicopedagogía

Docente Universidad Estatal a Distancia y maestrante de la Maestría en Educación Rural Centroamericana de la Universidad Nacional Autónoma.


 
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